domingo, 13 de junio de 2010

El Fruto del Espiritu


La Ley y la gracia:
“El cristianismo se distingue de otras religiones  precisamente porque encierra el mensaje de la GRACIA. Jesucristo es la suprema revelación de la Gracia de Dios. La Salvación es por GRACIA y es la GRACIA la que gobierna y fortalece el vivir del cristiano”. Y luego afirma más categóricamente “Sin la GRACIA el cristianismo no es nada.”

Ejemplos de la Ley y la gracia:
Cuando Pedro niega a Jesús:

Según la Ley: Pedro debía matar a un palomo y sacrificarlo por el pecado cometido. Y eso es todo, y de esta manera redimía su falta. Y se sentía mejor.

Según la Gracia: Pedro no se sintió perdonado, se fue a hacer los quehaceres de su antigua vida, es decir a pescar, sin embargo Cristo el Señor se le apareció y le dijo: Pedro no vuelvas atrás, sigue adelante yo ya te he perdonado, me he olvidado de tu negación, te perdono porque te amo.

Esa es la diferencia entre la Ley y la Gracia, en la ley cada cual pecaba y se redimía con un sacrificio a Dios, Hoy no hay sacrificio, desde el último sacrificio que fue la muerte de Jesucristo estamos redimidos bajo la Gracia de nuestro señor.

Entonces podemos pensar que todo el mundo esta bajo la Gracia, y la respuesta es Si. Sin embargo, esto no quiere decir que todos serán salvos pues la restricción de salvación no viene de Dios viene del mismo hombre Juan 3:18 El que en él cree, no es condenado, pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito hijo de Dios.
La gracia es: “La misericordia y el perdón de Nuestro Señor Jesucristo” está disponible hoy en día, pero hay que reclamarla, está disponible pero hay que solicitarla. ¿Qué le falto a Judas para alcanzar la Gracia?

La Gracia nace juntamente con el Ministerio de Jesucristo, Él es la expresión de la Gracia. Cuando le trajeron la mujer adultera, la Gracia dijo: Ni yo te condeno vete y no peques más.

La ley diría mátenla a pedradas.
Si somos Guiados por el espíritu no estamos bajo la ley.
Romanos 8:2, porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. ¿Cómo?

La ley prohíbe cometer pecados, la Gracia nace del corazon obrar bien.
La ley obliga a realizar ritos a Dios, En la gracia la adoración nace del corazón.
La ley Mata a quien las infringe, en la gracia Jesús perdona.
La ley condena al infractor, en la gracia El infractor es liberado.
La Ley el sacerdote es Aaron, en la Gracia el Sacerdote es Jesucristo
La Ley,  obliga la circuncisión, el sábado y las fiestas ceremoniales. La Gracia, son la fe, el amor y la libertad.
La ley la oveja muere en manos del Pastor, En la Gracia el Pastor da su vida por las ovejas.

Guiados por el espíritu, es vivir por el espíritu. Y vivir por el espíritu es tener el fruto del Espíritu, esto es el testimonio de que somos hijos de Dios. Entiéndase el concepto: el hombre y la mujer que tiene “el fruto del espíritu” entonces este es hijo de Dios, no es al contrario, que para ser hijo de Dios hay que tener el fruto del Espíritu. Este es el testimonio que habla en Romanos 8:16.

El fruto del Espíritu, Contra tales cosas no hay ley

La ley de Dios, es restrictiva, la ley obliga, mas el fruto del Espíritu nace desde el corazón, Entiéndase el concepto “nacer del corazón” es una actitud sincera, como la ofrenda de le viuda, como el recibimiento del padre que espera al hijo prodigo, como el agradecimiento del ciego Bartimeo. Sin esperar nada a cambio, sin devolver ningún favor, nace como un fruto de un árbol, y no nace un árbol de un fruto, como muchas veces pensamos que haciendo tal o cual cosa seremos hijos de Dios y alcanzaremos misericordia.
Debemos entender que el hombre no puede comprar la salvación, no podemos portarnos bien para ser salvos, pues si así pensamos estamos  bajo la ley, bajo la gracia Jesús no nos obliga a hacer buenas obras, las buenas obras nacen del corazón arrepentido y convertido, de aquel que paso de muerte a vida, de aquel que fue regenerado y lo viejo paso más Cristo las ha hecho nuevas.

Los que son de Cristo han muerto para el pecado.

Morir al pecado es crucificar la carne con sus pasiones y deseos. Es matar los deseos de hacer el mal, de hacer las obras de la carne. Ya no vivo yo dice el Apóstol Pablo, sino Cristo vive en mí.