La semilla de mostaza del Oriente es la
más pequeña de las semillas, es de color negra, y puede ser depositada en el
ojo, y la persona ni se daría cuenta de que la semilla la tiene en su ojo. Sin
embargo la semilla de mostaza Oriental crece hasta convertirse en un árbol, tan
grande como un manzano de estos que tenéis en Occidente. Esa es la razón de por
qué Jesús dice, en Lucas 13:19: "Es como un grano de mostaza, que un
hombre tomó y sembró en su huerto; y creció y se hizo árbol grande, y las aves
de los cielos anidaron en sus ramas."
Así, pues, ¿Qué
fue lo que quiso decir Jesús cuando dijo, "Si tuvieseis fe como un grano de mostaza, podrías decirle a este
sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar, y os obedecería?" Es que,
aunque el árbol sicómoro es un árbol pequeño, tiene enormes e innumerables
raíces. Tiene muchísimas raíces que se encuentran diseminadas a gran distancia
de su copa y a mucha profundidad, tanto es así que no hay hoy en día un tractor
suficientemente potente que consiga arrancarlo, sin dejar sus raíces detrás.
Sin embargo, con la fe de un grano de mostaza, es posible realizar dos
milagros; en primer lugar se puede arrancar de raíz al sicómoro; y además
plantarlo en el mar. Un solo acto de fe, como el de la semilla de mostaza, hará
dos cosas imposibles. Esto es posible para cualquiera de nosotros, si tenemos
la fe.
Muchos creyentes
dicen, "Yo no tengo una fe así tan grande." Pero un creyente nunca
debería decir tal cosa, porque tú tienes esa fe, de otra manera, ¿Cómo podrías
haber sido salvo? La única manera de ser salvo es ser salvo por fe. Tú fuiste
salvo por fe, y si tu confiesas que
"eres salvo", “!entonces tienes fe! Cuando se tiene fe suficiente
para ser salvo, que es el primer milagro, entonces se tiene la fe suficiente
para resolver todos los problemas también. Esa fe también la tienes contigo.
Esta era la verdad que Jesús le estaba queriendo decir a sus discípulos, que tú
no necesitas que tu fe te sea aumentada, porque si tú tienes una fe aunque sea
muy pequeña, tú le puedes decir a un árbol sicómoro que se desarraigue, y te
obedecerá. Con la fe que tiene el creyente, ¡él puede hacer lo que parece
imposible!
Pablo usa la metáfora
del vaso de barro. Esto un
implemento frágil, simple, débil, quebradizo, reemplazable y típico de los
hogares pobres del medio oriente, servían para guardar elementos importantes
como dinero y documentos, pero su uso típico era contener desechos orgánicos..
Los que han crecido deben verse así, como vasos de barro, todo lo que los pueda
hacer grandes debe ser la gloria de Dios manifestadas en ellos. Pues es
imposible que un vaso tan frágil pueda lograr algo tan grande y pueda
atribuirse algún merito. Todo logro solo es posible por el poder de Dios por
eso toda la gloria es para El. Dios trasciende a la vasija, por eso debemos
gozarnos.
Muerte al yo. Señal
de crecimiento es una constante disminución
del orgullo y vanagloria humana, los sufrimientos de la carne son un trato
de Dios con nuestra naturaleza caída, que busca siempre lo terrenal y su
satisfacción a través del pecado, pero cuando vivimos para Dios el deberá
tratar con esa naturaleza, y demos gracias a Dios, a través de las cargas de la
vida, hemos doblegado nuestra cerviz, a través de las pruebas nuestro yo va
muriendo, y ya no somos como antes. Un vaso de barro viviendo en fe, es un vaso
sin orgullo, sin envanecimiento.
No se refiere a un
ejercicio positivo, repetir una sanidad
antes de sucedida para que se cumpla, sino
es la evidencia de haber creído.
No desmayamos, en un sentido
espiritual, es una convicción de seguir creyendo y viviendo para Dios, a pesar
de que el cuerpo carnal se va corrompiendo, el interior se va renovando día a
día, pues si nuestra fe esta en Dios, si vivimos por la fe, aunque todo el
mundo se desmorone seguimos creyendo en sus promesas pues su poder se va
mostrando y estas momentáneas aflicciones van produciendo en nosotros un
mas excelente peso de gloria.
Viendo
lo espiritual no lo terrenal. Si hemos crecido, nuestra fe se mantiene
inquebrantable, y nuestra vida hace que la balanza de Dios se incline a nuestro
favor, por lo tanto no miramos las cosas terrenales, somos capaces de ver las
cosas que son eternas aunque sean invisibles, que aunque nuestra vida no sea
una apacible tasa de leche hemos entendido que esta vida no es todo, que estos
dolores no son todo, que nuestras frustraciones no son todo, sino que hay algo
mas, que no es posible divisar a los incrédulos, de hechos ellos tratan de
mirar lo que nosotros vemos, y como no lo logran nos llaman locos, pero
nosotros sabemos que lo que Dios dice es real.
Por eso ahora examinemos cuanto Dios ha
hecho en nuestras vidas, cuanto ha trabajado en nuestro carácter. Podemos ser
unos frágiles vasos de barros, pero vasos llenos de su gloria.